Rochefort Triple y Westmalle Extra, novedades desde los monasterios trapenses

A excepción de la prolífica cervecería trapense norteamericana de Spencer, no suelen ser frecuentes las novedades y los lanzamientos dentro de las cervezas trapenses, aunque especialmente en los últimos dos años, estamos siendo testigos de cómo se incorporan algunas nuevas cervezas a la familia de cervezas trapenses que se comercializan.

El pasado mes de septiembre, la comunidad monástica de la abadía trapense de Notre Dame de St Remy y el personal de la cervecería trapense de Rochefort, tenían el gran placer de anunciar el lanzamiento de su nueva cerveza, Trappistes Rochefort “Triple Extra”.

El catálogo de la cervecería se había reducido a las tres extraordinarias cervezas de maltas tostadas etiquetadas como 6, 8 y 10 desde la década de 1950, pero incluso antes de la producción de estas famosas cervezas, los monjes de Rochefort ya habían elaborado anteriormente en 1920 y durante varios años, una cerveza “rubia extra fuerte”.

Cien años después, los monjes decidieron volver a elaborar una cerveza rubia fuerte inspirada en la receta original de aquella Trappistes Rochefort “Triple extra”.

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Westmalle Extra, la eterna cerveza de los monjes

La cerveza Westmalle Extra, desconocida entre los amantes de la cerveza trapense, tiene una larga tradición que se remonta a los orígenes de su fábrica de cerveza.

Los monjes trapenses llegaron a Westmalle en 1794 y no fue hasta agosto de 1836 cuando montaron una pequeña cervecería. Es, el 10 de diciembre de ese año, cuando se sirvió su primera cerveza durante el almuerzo de los monjes.

Esta primera cerveza cerveza sólo era elaborada para consumo propio, y no es hasta 1856, cuando nació la cerveza Westmalle Dubbel, comenzaron a venderla entonces en la puerta de la abadía, y a partir de 1861, a los locales de la zona.

La Westmalle Extra, descrita como “ligera en alcohol y algo dulce”, llamada también “gersten extra” o “patersbier”, es la cerveza de mesa que siguen consumiendo los monjes durante sus comidas, como parte fundamental de su dieta, con la limitación de beber una al día.

La Westmalle Extra nunca se ha comercializado al público en general aunque sí se ha vendido a clientes privados cantidades limitadas, en momentos que había más existencias de las que los monjes podían consumir porque su elaboración se limita a dos veces al año.

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